viernes, 12 de octubre de 2007

Mi aventura con un matrimonio

Hola ¿qué tal? mi nombre es Jose, soy de Málaga y voy a contaros mi experiencia; en este caso soy el tercero de la historia, o sea, hay un matrimonio y yo.

Todo comenzó hace ya un tiempo, cuando conocí a través del chat a una chica del levante español, llamada Maite; hicimos muy buenas migas, congeniamos genial, nos reíamos mucho y bueno, evidentemente, una vez nos vimos por webcam, nos gustamos. Estuvimos hablando por mesenger más de un año, y poco a poco nos íbamos gustando más, nos deseábamos los dos; ambos estamos casados y con niños. Siendo los dos de partes tan distantes de España sabíamos que sería difícil vernos aunque no perdíamos la esperanza; hablábamos todos los días y realizábamos cibersexo... uf, vaya morbo, pero... faltaba el sentido del tacto.

Un día, hablando de sexo, le pregunté cual era su fantasía más deseada y ella me dijo que no tenía ninguna especial, pero si la tenía su marido; al preguntarle por cuál era, me contó que Arturo, que así se llama su marido, le había propuesto alguna vez hacer un trío con otro hombre. A Maite le encanta el sexo, pero la idea no le atrajo demasiado y aquel día en que salió el tema entre ellos, ahí quedó la cosa en el aire.

Al contarme esta conversación, además de sobreexcitarme de una manera brutal, de mi boca salió la siguiente frase: "¿no te gustaría hacerlo con dos hombres a los que quieres?", su respuesta me la dió con su cara, ya que se le dislumbró una sonrisa de oreja a oreja.

Los días posteriores a esa conversación estuve todo el día cabilando sobre el tema, hasta que, en una de las muchas conexiones por mesenger que teníamos Maite y yo le propuse lo que llevaba pensando casi una semana, y no era otra cosa que la de que le propusiera a Arturo el realizar el trío, pero sería con alguien que ella eligiera. Evidentemente, ese alguien sería yo; ella no sabía que hacer pero era tal el deseo que tenía de estar conmigo, que sabía que, o era así, o jamás estaríamos juntos y me dijo que hablaría con su marido.

Esa misma noche, y después de haber tenido sexo con Arturo, sobre la cama, desnudos, Maite sacó el tema: "¿Aún sigues pensando en realizar la fantasía del trío?" él, que con solo pensarlo, volvía a empalmarse contestó que si, pero que si ella no quería tampoco pasaba nada. Y Maite le dijo "lo vamos a hacer, pero será con quien yo diga; si no te convence por lo que sea, no lo haré. O es que con quien yo eliga o no lo hago" Arturo se quedó algo descolocado porque estaba claro que su mujer ya tenía a su elegido, pero claro, no podía poner 'peros' porque si no se iría todo al traste, y solo la situación de ver a su mujer haciéndolo con otro hombre en su presencia, le superaba, así que accedió.

Maite le dijo que si, que ya sabía quien sería; le contó que era un contacto del mesenger, que la atraía fisicamente, con el que había hablado varias veces, y que me lo propondría la siguiente vez que conectáramos, ya que, supuestamente, yo no sabía nada.

Al día siguiente Maite me contó lo sucedido y yo flipaba en colores, no me podía creer que se hubiera atrevido; los dos coincidimos en que tendríamos que ser super prudentes para que su marido no sospechara de que entre nosotros había más que una simple amistad, no podría enterarse de nuestro cibersexo ni de nada de nada, aunque sabíamos que sería dificil. Los dos, calendario en mano, fijamos una fecha para dentro de tres fines de semana, en Murcia.

Así se lo hizo saber a Arturo, el cual se extrañó más aún cuando le dijo que tendrían que desplazarse, pero le podía la situación, le desbordaba y a todo asentía, ya que sabía que cualquier cosa que dijera en contra, echaría por tierra su gran fantasía. Yo, como excusa hacia mi mujer, tuve que sacarme un curso en Madrid que duraría todo un viernes y por eso haría noche allí; ellos dejarían los niños con sus padres con la excusa de que necesitaban un finde para ellos solos... todo estaba en marcha.

Esas semanas que pasaron hasta la gran cita estuvieron llenas de fantasías, de estrategias, etc... pero por fin el día señalado: habíamos quedado en un céntrico hotel de 4 estrellas de la capital murciana; a las 8 de la tarde nos veríamos en la cafetería del mismo para una primera toma de contacto.

Yo, puntual, elegí una mesa apropiada para ver llegar a todo el que entrara en el bar, me pedí un café y casi no me dió tiempo a que me lo sirvieran cuando llegó Maite con su engañado esposo; éramos puro nervio, pero nos tuvimos que contener y en vez de darnos un morreo como así deseábamos tuvimos que optar por cambiarlo por dos besos, para que Arturo no se diera cuenta de nada. A él le estreché la mano y nos sentamos; en la charla, evidentemente, no tratamos para nada el tema que nos llevó hasta ese hotel; hablamos de trabajo, de los hijos, en fin, parecíamos más bien unos amigos que unos tipos dispuestos a hacer un trío. Como es normal, en ese primera entrevista Arturo me "hizo la ficha", aunque debo decir que, aparentemente nos caímos bastante bien. Quedamos en un restaurante que había justo enfrente del hotel a las 22 horas.

Esta vez fui yo el que llegó más tarde; ellos estaban sentados en una mesa redonda apropiada para cuatro personas, y Maite se sentó de tal forma que nos tenía a ambos a cada uno de sus lados; ella estaba preciosa, con un vestido negro escotado y muy pegado y unos grandes tacones y así se lo hice saber. Pedimos la cena y una botella de vino, algo que nos facilitó en parte el trascurso de la cena; entre tanto, Maite ya había empezado a tocarme mis piernas con sus pies descalzos, si si, como en la películas ¡¡que sensación dios santo!!. La noche siguió su curso; Arturo comentó que iba al servicio, lo que nos dió la oportunidad a Maite y a mi de quedarnos solos por primera vez; no pudimos aguantar nuestro ansia y lo saciamos, en parte, dándonos un beso en la boca.

Creemos que Arturo se estaba dando cuenta de que entre nosotros había algo más que cuatro chateos y una fantasía, ya que no tardó nada en regresar y casi nos pilla; nos hizo un comentario que nos dejó fríos: "ya veo que habeis empezado sin mi... si si, es que noto que la pintura que te falta a ti en los labios (le dijo a Maite) la lleva Jose en los suyos" uuuuuuuuf, eso nos puso aún peor. Terminada la cena, los tres coincidimos de que lo mejor era irse para la habitación de ellos, donde echaríamos una copa del mini bar.

Una vez en la habitación, Arturo sirvió unas copas y seguimos charlando amigablemente; estaba claro que ninguno teníamos prisa pero todos estamos locos por empezar. Maite y yo nos mirábamos todo el tiempo, nos rozábamos cada vez que teníamos ocasión... no podíamos más. Ellos dos estaban sentados en un sofá y yo, justo enfrente, en una silla. Arturo soltó su vaso y comenzó a acariciar las piernas de Maite y a besarla en el cuello; mientras, ella le acariciaba, por encima del pantalón, su polla, todo eso sin desviar su mirada de la mía. Él me invitó a sentarme al otro lado y así lo hice; por fin comenzó todo. Ya por ese momento, yo tenía una erección de caballo, y así lo pudo comprobar Maite cuando comenzó a acariciarme por la zona; sus gemidos, probocados por los tocamientos y los besos fueron en aumento. Nos besamos, y no sabemos cuanto duro, pero si que cuando dejamos de hacerlo, Arturo estaba arrodillado entre las piernas de su mujer, y comiéndole el coño, tras apartarle el tanga; Maíte se revolvía de placer. Yo tocaba sus pechos ya desnudos, se los comía, le mordisqueaba los pezones duros como piedras.

Arturo volvió a sentarse por indicación de Maite, ella se levantó y nos dijo que nos juntásemos más el y yo, nos bajó los pantalones y delante de su cara quedaron dos grandes pollas dispuestas a hacerla gozar como nunca lo hizo. Con una mano meneaba uno de los miembros mientras que con su boca chupaba el otro, así iba intercalando mamadas entre Arturo y yo, aunque si hay que decir de que a mi me daba "un trato especial". Con mi polla se recreaba, se la metía entera, la lamía por los lados y muy de vez en cuando me comía los huevos bien rasurados especialmente para la ocasión; eso a Arturo no le preocupaba ya que se 'salía de su piel' viendo como su esposa le chupaba la polla a otro hombre. Como tenía claro de que su mujer ese día me prefería a mi, fue el primero en follarla; ella a "cuatro patas", chupándomela y el dándole por detrás, por su precioso 'conejo'.

Al poco, ella se tumbó en la cama y me dijo "comémelo Jose, me lo afeité especialmente para ti, como a ti te gusta", y así era, ella nunca se depilaba entera y lo dije que a mi me encantaba y fue un detalle enorme por su parte lo que hizo; evidentemente, no pude rechazar la oferta y, a pesar de que ya se la había follado Arturo, se lo comí. Lentamente, sin prisas, estaba delicioso...ella gemía más y más mientras le comía la polla a su marido. Me dijo que parara que le faltaba poco para correrse, y claro, yo no le hice caso porque quería que aquella noche gozara más que nunca, así que mi lengua aumentó su velocidad de movimiento y con mi mano derecha, con un dedo se lo metía en su coño y con otro le punteaba su culo; eso la volvió loca, hasta que se corrió en mi boca. Acto seguido me coloqué encima de ella y le metí mi polla, ella soltó el miembro de Arturo y me abrazó, me besó, no quería soltarme. Arturo estaba flipando ya que nunca habría imaginado a su mujer tan entregada a otro hombre. Ella volvió a comerle la polla mientras me miraba, mientras yo le comía los pechos a la vez que la embestía con mi rabo.

Lo último que descolocó a Arturo por completo fue que de la boca de su mujer saliera una frase: "quiero que me folleis los dos" y es que, jamás, en tantos años de casados que llevaban y a pesar de haberlo intentado muchas veces, el sexo anal,no era algo habitual en ellos; él casi se corre solo de pensarlo, pero el chasco se lo llevó cuando le dijo que no sería el quien la penetrara el culo, sino yo; pero ese día, Arturo estaba entregado, era un cornudo y asumía su papel. Asi que se tumbó en la cama, Maite se puso encima de el metiendose su mienbro en su coño y yo me coloqué encima de ella "por favor Jose, mucho cuidado" me dijo Maite. ¿Que que hice? pues si excitada estaba más la puse yo porque mientras Arturo mantenía su polla dentro de su mujer, yo le comí su culo; mi barbilla rozaba su polla, pero francamente, me daba igual, solo quería que Maite estuviera preparada para lo que le venía a continuación.

Ella misma me pidió que se la metiera ya, estaba como loca... y así lo hice; despacito, con mucho tiento,con cariño y poco a poco, con algún que otro gritito de Maite, mi polla fue entrando hasta tenerla totalmente dentro; ambos comenzamos a movernos y la follamos de tal forma que se corrió dos veces más. Los dos estábamos a tope, pero casi nos podía más el darle placer a ella que el corrernos nosotros; aunque,a petición de ella, llegó nuestro turno. Una vez se corrió ella por segunda vez, se puso de rodillas en el suelo y nosotros nos colacamos a cada uno de sus lados; ella comenzó a comernos la polla de nuevo mientras nos decía que quería toda nuestra leche encima de su cara. Yo estaba que no podía más pero no quería ser el primero en correrme, yo quería ser su plato final y Arturo no pudo contener más, así que se corrió en la cara de su mujer, en su boca; no puedo olvidar esa imagen ya que ella me miraba a mi mientras le 'limpiaba' la polla a su marido que seguía escupiendo leche; casi a continuación le hice saber que me tocaba a mi y ella me ayudó a correrme con un gran fin de mamada, hasta que le solté todo mi semen en su cara, una corrida super abundante que la hizo gritar de placer.

Mientras ella iba a asearse, Arturo y yo nos quedamos en la cama tumbados, casi sin mediar palabra, pero con miradas complices que lo decían todo; ella regresó y se situó entre los dos... besaba a uno, se abrazaba a otro, no sabía a donde acudir...pero él no teniá un pelo de tonto.

Arturo empezó a vestirse y tras preguntarle donde iba dijo que necesitaba una copa y que allí ya no había hielo; nos dijo: "aprovechad mientras". Maite y yo nos quedamos helados, más aún cuando una vez que ya casi se iba, se volvió y nos dijo: "lo he pensado bien, y, Jose,hoy duermes tu con mi mujer; yo me iré a tu habitación" mientras cogía mis llaves " Gracias Maite, me has echo muy feliz y como premio ahí te dejo con el hombre a quien más deseas en estos momentos...haz todo lo que quieras con él porque no lo volverás a ver. Hasta mañana, te quiero"...

No sabíamos que decir, pero si supimos que hacer...ya que estuvimos toda la noche follando, y entre polvo y polvo, pues charlábamos de todo lo sucedido; ambos sabíamos que sería difícil volvernos a ver, pero también coincidimos de que, quizás para una vez en la vida que estuvimos juntos, había merecido mucho la pena.

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